jueves, noviembre 10, 2011

Quincuagésimo Cómputo

Entre los actos de evangelización del cristianismo está la escritura misma del libro sagrado. La biblia vulgata fue traducida por Jerónimo de Estridón del latín clásico al latín corriente. "Vulgata editio" significa "edición para el pueblo". Cristianismo vulgar, sería una fácil y cómica asociación. Gracias, Guillermo Cabrera Infante.


- Atlantis.

- Pelotillehue.

- Urantia.

- Utopia.

- Santiago.

- ¿Santiago es una ciudad imaginaria?

- Como las Vírgenes, cada lugar tiene su propio Santiago. Lo es.

- Como un espejismo.

- No. ¿Tienes un cigarro?

- No. El punto, mi amigo, es que nunca he estado muy seguro de la cuántica.

- Cuática.

- Hipocondríaca.

- Hipocorística.

- Hipopotámica.

- ¿Y eso qué es?

- Grande y feo, como un hipopótamo.

- Como tu madre.

- Sí, a veces. Aunque debo decirte, está más bella que nunca. La muerte le sienta bien.

- Como a todos.

- Tienes algo en el ojo.

- Tal vez sea una catarata.

- Del Niágara.

- Más local, las Siete Tazas del ojo. Los siete ojos de la taza.

- Los 40 vecinos en el pueblo.

- ¿40? ¿Como los emprendedores amigos de Alí Babá?

- Nunca los conté.

- Ni ellos a ti. ¿Tienes un cigarro?

- No. Tengo una idea en la lengua

- Escúpela.

- Estoy seco.

- Dos cervezas más, por favor.

- Y para mí una copa de cabernet. Cabaret. Carpe diem.

- No te pongas sentimental ahora.

- Extraño esos momentos en que veía al cielo y no me preocupaba por el clima, sino por la probabilidad de ver un ángel o un platillo volador cayendo.

- Se dice tiempo, no clima. ¿Ves cómo sí te pones melancólico?

- Los tiempos se prestan para eso.

- No así las mujeres.

- Las mujeres no se prestan, se ofrecen. Diferencia semántica entre la prostitución y la masturbación solidaria.

- Míralo a él.

- ¿Qué tiene?

- Está borracho.

- No te pongas moralista.

- Au contraire, considéralo un hombre feliz.

- Como los dementes, locos y esquizofrénicos.

- Los esquizofrénicos no. Me perturban sus sensaciones de vacío en el tiempo.

- Amas la memoria.

- Amo la mermelada. Por la memoria tengo un profundo respeto.

- Muchas veces se pierde.

- ¿La memoria o el respeto? ¿Tienes un cigarro?

- Ambas. No.

- Me están llamando.

- ¿Es la maraca?

- No, es la otra. Mi polola ya no me llama como antes.

- Mejor así.

- Sí. Esos gritos me están volviendo loco.

- Dejad que los perros ladren, Sancho, esa es señal de que vamos avanzando.

- Estamos sentados.

- Metáfora.

- Metafísica.

- Metalúrgica.

- Metaalérgica.

- Hablando de neologismos.

- Es lo que yo llamo "irse de copas". ¿Tienes un cigarro?

- No. Pero puedo conseguirme unos cogollos.

- Bueno. Pero luego no alegues.

- ¿Por las conversaciones lisérgicas?

- De la vida en general. Y mucho menos de la muerte.

sábado, octubre 22, 2011

Cuadragesimonoveno Cómputo

Frente a ella se paraba estoicamente, aguantando cada palabra, cada insulto, cada maldición, como queriendo decirle con los ojos que sus palabras no tenían ningún valor; igual, al terminar la jornada, ella estaría tirada en la cama, jadeante, pidiendo más.


"Termópilas"

El acto sexual debe ser violento.
Los hombres que pasan por ti debieran golpearte,
maltratarte,
maldecirte
y maltraerte.
Cualquier grado de sonoridad en tu garganta merecería una palmada.
Debiese haber castigo para tu sensualidad y calentura.
Debiese haber castigo para esa forma en que retuerces la cadera
cuando te sientas sobre tu amante
y revuelves su cuerpo como batidora en celo.
Debiese haber castigo para las obscenidades que dices
(y haces)
cada mañana, cada noche, cada día a las 23:46
cuando despides a tu amante y recibes al primer cliente.

Te llevaría tranquilamente al purgatorio o a la casa de tu madre
para que entendieras lo difícil que es que te salgas con la tuya,
con la de él, la de ella.
Conozco tus gustos de Safo,
y disfruto la morbosidad de descubrir una Termópilas en tus sábanas.
Un consomé griego.
Sé que tu cuerpo no resiste la bulimia carnal.
Sé cuánto te gusta.
Pero no se te puede castigar;
es el castigo lo que disfrutas.

miércoles, octubre 19, 2011

Cuadragesimoctavo Cómputo

Lo que está escrito no fue pensado para ser leído por ti. Sinceramente.


Esta era la palabra.
Se me escapaba escurridiza de la sien
y se anidaba en mi pecho para darte calor con cada abrazo.

Soñaba; y el sueño era una conversación entre ella (tú) y yo (yo),
en silencio,
expertos en encontrar las palabras precisas
para no decir nada.

Y bueno, ¿Harás que valga la pena el esfuerzo?
¿Te montarás en mis brazos para comerte mi cuello
mientras como tus senos?
Mi corazón es un timbal de grandes proporciones
que sólo se acalla para escuchar tu voz.
¿Ves?
También uso palabras llenas de lírica
y no de anatomía humana.

Me cansa la poesía.
Me cansa escribir palabras llenas de sentimiento
cuando lo único que deseo es escupir a alguien en sus zapatos.
Sé que a veces soy el único que te escucha,
pero te aclaro que mis intenciones son puramente eróticas.
No me confundas con pretenciones ulteriores, metáforas o metonimias.
Si para llevarte a la cama tengo que mentirte,
te vomitaré este poemario en la cara.

martes, agosto 30, 2011

Cuadragesimoséptimo Cómputo

Me pide una moneda, dice que tiene hambre. Yo lo miro. Su rostro descuidado y su ropa andrajosa me indican que puede estar diciendo la verdad. Lo invito a un restaurante no muy caro para que coma un plato de comida caliente y una copa de vino. Entre el ardor del cabernet y la belleza del lomo, su cara parece tranquila. Parece feliz. Le pregunto quién eres. Yo alguna vez fui abogado y profesor. Solía leer tres libros a la semana, buscando en las palabras aquello que no encontraba ni en los tribunales ni en las aulas. Solía querer a las personas. Tenía esperanza. Lo perdí todo y sólo me quedaron las letras y el vino. Le pregunto qué pasó. Una pesadilla. Un rostro que vuelve y vuelve a mis sueños. Una mujer... una mujer pasó.

domingo, junio 05, 2011

Cuadragesimosexto Cómputo

El Cómputo hacia la vida que se acaba y la otra vida que no quiere comenzar. La diferencia es pequeña, pero decidora.


"El nombre no tiene nombre"

Mis pies son para patear puertas y convertir a cristianos en moros.
Soy un cristo milagroso que transforma el pensamiento en palabra,
la palabra en papel,
el papel en cogollo.
Vine al mundo a darle forma de gaviota, a darle vuelo y consistencia.
Mientras camino por la tierra voy sembrando esperanza en la hormiga,
en el cuervo y el vagabundo. Lamo la piel de los que me rodean.
Mi deporte es descubrir las imperfecciones del mundo
para enterarme de que son simplemente bellas.
Las balas pasan por mi cuerpo dejando cicatrices en iglesias, mezquitas y sinagogas.
Yo profeticé la muerte de dios dos mil años antes de su muerte
y les enseñé a los filósofos el pronombre tú.
Soy un verbo gerundio, voy comiendo, caminando, pensando, transcribiendo,
aniquilando, sopesando, reviviendo, lamentando, iluminando y comprendiendo.
Si la humanidad no vuelve sobre sus pasos
la haré volver con gritos y pornografía, con sermones y perros.
Tengo la respuesta a todas las preguntas y ya escribí el verso final del último poema del mundo.
Antes de mi muerte tomaré una lata de atún y la multiplicaré,
tomaré un pan de molde y lo multiplicaré:
le daré de comer a los gatos que viven bajo mi cama,
diré una última palabra gloriosa
y mi epitafio se escribirá con la sangre de aquellos que se atrevan a tocar mi cadáver.

sábado, mayo 21, 2011

Cuadragesimoquinto Cómputo

La historia se escribe con un chico de casi 24 años y una chica de edad indefinida. El tiempo es el mismo que se demora el pensamiento en transformarse en la palabra 'hola'.


No me dejes así, pequeña mariposa, no escapes. No te conviertas en aire que no pueda respirar. El mundo es pequeño como el ojo izquierdo del caracol que se arrastra junto a tu silla. Te encontraré. Donde sea que vayas, te encontraré. Nadie usa esos guantes rojos con la elegancia tuya. Puedes cambiar tus ojos, tu peinado, tus labios. Pero nunca cambiarás tus manos. Esas pequeñas manos. Se mueven por el aire en actitud de desaire, contradicción total. Son culpables de mi silencio cuando tocan el timbre del micro. Te culpo, pequeña mariposa. Te juzgo. Escapas y me separa una calle de ti. Me separa la muerte bajo un automóvil en exceso de velocidad porque el conductor estaba ebrio. O tal vez sólo tenía sueño. Es el momento del día en que la única diferencia entre ambos es el hálito: café podrido o alcohol podrido. Entras en la tienda y no sabes qué comprar. Sólo escapas. Sólo muerdes la uña de tu dedo anular izquierdo. ¿Dónde dejaste el guante rojo? Me desesperas, mujer, me aniquilas. Ayer yo era la felicidad completa escuchando música y pensando en cosas inútiles como desempleo y paz mundial. Hoy todo parecen corazones rosados y nubes con cara de ángeles. Lo que supongo son caras de ángeles, blancas, esponjosas, absolutas, altaneras, fácilmente desplazadas por el viento. Piérdete. No vuelvas. Conviértete en aire. Tal vez te respiro. Quizás alimentas mi sangre. O terminas escapando de mi cuerpo en forma de palabra como un simple 'chao'.

miércoles, mayo 11, 2011

Cuadragesimocuarto Cómputo

"Sacher-Masoch"

El ambiente suda. El aire es pesado, se carga sobre tus hombros como una viga de acero o un tronco de árbol del sur. Su vestido rojo enciende la noche. Provoca alucinaciones. Provoca desvarío. Incita a la perversión. Es cosa de agarrar con tu mano su muslo, apretarlo hasta que tu mano parezca un tatuaje mal hecho. Es cosa de besarla, morder su labio y beber la hidromiel que hace su saliva mezclada con sangre. Abrir tu mano y palmearla en el trasero. Dos veces. Dos más. Más fuerte. Que grite, que duela, que gima, que disfrute. Ella sabe lo que quiere; agarra cualquier cosa que tenga a la mano y parezca una macana. Y la pone en tu mano, como diciéndote "hazlo, es lo que quiero". La atas a una mesa, a una silla. La golpeas suavemente, como queriendo relajar sus músculos, como suavizando la carne antes de echarla al fuego. Entonces el desenfreno le gana a la razón, el instinto de muerte le arrebata la prioridad a cualquier sentido moral. Sólo la sangre puede calmar tu sed, sólo su cuerpo amoratado tiene sentido, sólo su llanto se asemeja al placer. Pero cuando tocas su piel lo sientes, ella lo disfruta. Cuando hundes tus dedos en su vagina puedes oler la humedad que delata el orgasmo. Y en un instante de sobriedad la ves maltrecha. Te preocupas, parece débil atrapada en tus manos.

- Ya basta.
- No te atrevas, no pares.
- Pero mírate, estás sangrando.
- No te preocupes, así es como me gusta.

sábado, abril 23, 2011

Cuadragesimotercer Cómputo

Se para frente a mí. Cuelga su cuello en mi hombro. Su mirada insiste en el horizonte. Yo muevo el brazo para intentar comprender su respiración. Se agota en mí con sus labios encabritados. Su pelo amenaza mi respiración metiéndose en mi boca y nariz. Todo se vuelve negro. Todo se vuelve luz. De ida y de vuelta. El vaivén es incesante. La necesidad de inclinarte y doblar las rodillas es perentoria. No quieres caer. No quieres aplastarla. Cumplimos la ley de Newton oponiendo fuerzas, cuerpo contra cuerpo, pecho contra espalda. La respiración se entrecorta, se acerca el momento de la despedida. Debo escapar. Una última mirada. La puerta del vagón del metro está abierta.

miércoles, abril 13, 2011

Cuadragesimosegundo Cómputo

El poema se marchita como una rosa. El poema crepita como el fuego. El poema se desliza como el susurro por el viento. El poema es fuerte como la roca que resiste la ola. El poema es agónico como el suspiro. El poema es invisible como la física cuántica. El poema es verdadero. No hay otra verdad.


I

El poema toma la forma incólume de un velo;
sobre los ojos, pero permite ver;
se asocia con el viento, mas no escapa;
registra los sonidos, pero no los atrapa.

II

Leo a Alessandro Baricco, Seda,
leo a Albert Einstein, Sobre la teoría de la relatividad,
leo a Antonin Artaud, Para terminar con el juicio de Dios,
leo sutras theravada, mahayana, vajrayana por igual.
El ojo no discrimina la palabra,
la belleza de una mujer, quizás

III / IV

El cuerpo se vuelve tibio / El agua llena el hervidor.
Ella toca su cuerpo con las yemas de los dedos / El calor acaricia el agua.
Se desnuda paciente, sensual, pornográfica / El agua entra en el caos.
Lleva una mano a su entrepierna, juguetona /El hervidor se agita y grita.
Su otra mano le circunda un pezón, gime / Evaporación del agua.

viernes, abril 01, 2011

Cuadragesimoprimer Cómputo

La luna llena roja oculta la sangre de los enamorados, juglares y poetas que en algún momento de su vida le imploraron al satélite un beso, un aplauso, un segundo de inspiración. Su luz es el reflejo de los ojos de las mujeres amadas. El color es un homenaje a aquellos que murieron de amor.

Para María, devota de esa luna roja.


Si clavas tu mirada en mí como un puñal ensangrentado;
si juegas como mariposa con los rayos de luz que chocan con tu pelo;
si vuelves a mí con el corazón en la mano y con la decisión en el estómago;
si la ironía aflora en tu boca como una rosa y la rosa la cantas en el poema;
si el poema es la espina y no la rosa;
si me dices todo aquello que no quiero, que no necesito escuchar;
si buscas en otros lo que no encuentras en mí;
si apareces y desapareces de mi vida como escapando de la luna llena;
si me paso la vida buscándote y nunca te encuentro;
¿cómo no vas a ser perfecta, soledad?

miércoles, marzo 02, 2011

Cuadragésimo Cómputo

Este es un intento de volver a vivir, de volver a soñar. De arrancarme ambos corazones y sopesarlos. Y al fin darme cuenta de que uno vale la pena y el otro no me llevará a ningún lado.


Mientras cabalgo de noche, atorado entre la montaña y el río, soy Walt Whitman.
Cubierto de mares, nubes y atavíos portentosos,
beso la boca de un hombre de barba que no sabe deletrear mi nombre.
Soy el capitán de mi barco, invoco todos mis deseos sexuales,
los reprimo a través de la tinta y los hago palabra para ser oída y recitada.

Voy a los bares a beber cerveza y cantar frente a un coro de indiferentes y papanatas,
escupo en la calle, pateo las mesas,
y dejo caer de mi mano el vaso que no llegará a mi boca.
Escribo en mi pecho un verso regalado por los mendigos
que mendigan mi dinero, trato de ser caritativo.

Cambio mi piel constantemente para no ser reconocido,
uso gafas oscuras, largas gabardinas y pelucas canosas
que me den un aire de superioridad senil.
Pero no soy céfiro, yo grito y resquebrajo el tímpano del energúmeno aquel
que se atreve a llamarme hombre y no amigo.

Caigo, y la gravedad me socorre como una enfermera
besando mi frente y mis heridas.
Entonces la calma se vuelve tormenta
y mi barco naufraga en una isla desierta del Pacífico sur;
llevándose con los restos de nao lo que me resta de conciencia.

Luego de la tormenta y el rayo el despertar es absoluto.
Una bella mujer (que ronca) a mi lado me recuerda que mi nombre
no es Walt Whitman.

martes, febrero 08, 2011

Trigesimonoveno Cómputo

El escenario está caliente. Se siente el calor que viene de las personas al otro lado de la cortina. El instrumento está frío. El metal es como un hielo cuando toca los labios. Las luces sólo pueden lograr que el sudor se haga evidente. La cortina se abre con un ritmo de agonía. El escenario es el limbo entre la muerte y la vida.


"Cuerdas y metal"

En el bar ves mis labios besar a una prostituta triste.
Ves mi cuerpo echarse para atrás esperando recibir en el pecho
la humanidad de una mujer madura.
Escuchas el unísono de cómo suben y bajan la cremallera de su vestido y mi pantalón.
No es masturbación, pero tiene un olor similar.
Olor de motel de pueblo del sur.

En el bar escuchas la música, sientes cada rasguño hecho a las cuerdas de la guitarra.
Y aunque no puedes verlo,
sientes cómo cada vez que una uña saca una nota endiablada
otro diablo usa su uña para rasgar la piel de un ángel con senos y lápiz labial.
Y en el sonido que recibes se mezclan las notas y los gemidos celestes.

En el bar ves el cuerpo de una morena sudar
con cada soplido del trompetista a su instrumento.
Ves sus ojos blancos delatando la sexualidad del viento.
Ves al trompetista sudar cada centímetro de piel canela en cuerpo de mujer.
Se mezclan las hormonas, las notas, las feromonas.
Y cuando la música empieza a derretirte el cerebro,
sabes que esa mujer está en un trance orgásmico del que no puede salir.
Y caes en una indesmentible masturbación mental.

En el bar escuchas las cuerdas y metales gemir al ritmo de un prostíbulo.
Y hay confusión.
La piel de una mujer se asemeja a una botella que, borracho y sediento, quieres besar y tocar.
La música se mezcla con tus pensamientos.
Tratas de hablar, de moverte, de eyacular.
Y la música sólo continúa para aumentar tu deseo sexual.

jueves, enero 20, 2011

Trigesimoctavo Cómputo

A Mariana, a un año de distancia...


Quisiera ver tu foto, pero la he perdido.
No puedo ver crecer tu pelo blanco,
ni besarlo para sentir que beso el cielo.
Quisiera escapar un momento del mundo y verte.
Decirte que extraño incluso aquello que nunca hiciste.
El sabor de tu comida.
El calor de tu abrazo.
La infinidad de tu memoria.
Si aún la posees, recuérdame.
Pero recuérdame contigo, recuérdame tocando tu puerta
o sentado a tu lado. No me recuerdes llorando.
No me recuerdes enfermo o sufriendo.
No me recuerdes como habitante del mundo.
Recuérdame niño.
Recuérdame en silencio.
Recuérdame en ruido.
Recuérdame en parsimonia.
Recuérdame en sonrisa o caricia.
Recuérdame verde y no negro.

Quisiera tener tu foto, pero la he perdido; perdí el mundo.
Pero créeme, si el corazón también es memoria,
que el sentimiento de ti no lo pierdo.
Te amo.
Te extraño.