martes, agosto 30, 2011

Cuadragesimoséptimo Cómputo

Me pide una moneda, dice que tiene hambre. Yo lo miro. Su rostro descuidado y su ropa andrajosa me indican que puede estar diciendo la verdad. Lo invito a un restaurante no muy caro para que coma un plato de comida caliente y una copa de vino. Entre el ardor del cabernet y la belleza del lomo, su cara parece tranquila. Parece feliz. Le pregunto quién eres. Yo alguna vez fui abogado y profesor. Solía leer tres libros a la semana, buscando en las palabras aquello que no encontraba ni en los tribunales ni en las aulas. Solía querer a las personas. Tenía esperanza. Lo perdí todo y sólo me quedaron las letras y el vino. Le pregunto qué pasó. Una pesadilla. Un rostro que vuelve y vuelve a mis sueños. Una mujer... una mujer pasó.