domingo, abril 19, 2009

Vigesimosegundo Cómputo

Basta ver el cielo para saber que ya no es ayer. Basta ver la luna y contemplarla tan sólo cinco minutos para entender que todo aquello que fue ha muerto. Un solo mensaje y ella ya no está, se ha esfumado. Y esta vez es distinto. Esta vez yo también huyo. Pero hacia el otro lado.


Si supieras, si conocieras el placer de la vida,
tal vez no estarías aquí entrelazando tus dedos, mi pelo, tu corazón
y mi alma.
Tal vez no dejarías que ese suspiro
(sí, precisamente ese)
se colara entre cada frase que sale de tus labios
hacia mis oídos, de una forma tan etérea que se asemeja la vida,
se me asemeja la lluvia desnudando tu cuerpo.
Si conocieras, si supieras lo que es gozar de la vida,
tal vez no estarías aquí de una forma tan desnuda que casi no puedo verte,
tan ardiente que casi no puedo tocarte,
tan presente que no puedo, no quiero soltarte.
Si supieras, si conocieras el placer de la vida, tal vez no sería yo
el que estuviera aquí a tu lado, tal vez estaría dios,
o quizás el mundo completo cabría en tu pieza tan sólo para admirarte,
contemplarte cada vez que tus labios y tu piel
se entregan desnudos a la vida.

Si supieras, si entendieras el placer de la vida,
quizás tú y yo nunca nos hubiéramos conocido
y yo no tendría que escribir estos versos.