lunes, febrero 16, 2009

Vigesimoprimer Cómputo

Me gusta ver los canes caminar por las calles recorriendo descalzos un mundo que los detesta y les busca a cada minuto la dudosa dignidad de la muerte. Me gusta ver a las personas mientras comentan la comida de su restaurante favorito en un infinito festín de elocuencia, gula y malvivir. Pero me gusta sobretodo ver los espejos, los crueles espejos, despiadados archimagos que se jactan de mostrarme una realidad que no quiero ver. También me gusta romper espejos.


"Autorretrato"

Soy el anciano que corre sin ventaja la línea de la vida,
escapando del ojo opresor de una muerte
que cuando vea mi rostro sabrá corroer mi piel, arrancármela a pedazos,
mientras los tibios gusanos se apiadan de mí.

Soy el marinero errante que perdió el mar
y se arrastra en la tierra buscando ballenas blancas
y el suave perfume de las sirenas en las calles
y los prostíbulos.

Soy el ecuador, el punto medio de la vida.

Soy la mujer exuberante
e incapaz de contener en el pecho la vida,
o el amor,
o los hijos,
o la estúpida mirada perdida
de aquellas personas que filosofan a la luz de la luna.

Soy el claro expediente del silencio.
Fui asesinado.
Fui violado.
Tomaron mi páncreas y se lo llevaron a Johannesburgo.
Tomaron mi hígado y lo arrastraron por un hospital para enfermos psiquiátricos.
Fui golpeado.
Tomaron mi dignidad y la usaron para limpiarse el poto.

Soy el poeta, el amante de la palabra,
que camina por la ciudad escapando del ojo opresor de la muerte.
Y es que busco incansablemente una copa de vino
que alegre esto que atrevo a llamar vida.
Es que busco el amor en cada copa. Yo sé que algún día los labios
de esa que será mía, dejarán su huella en el mismo vaso
en el cual deposite la historia de mi vida.

Soy el anciano que corre sin ventaja.
Que cae y muere.
Y en cuya lápida no son necesarias las palabras ni las lágrimas.

lunes, febrero 02, 2009

Vigésimo Cómputo

Trátala con cariño, bésala tiernamente, dile cosas al oído que sean para ella más que simples palabras, hazla desearte hasta el más bajo de los instintos, y entonces tómala y dile que la amas, y cuando ella te corresponda tan sólo abre los ojos... y despierta.


Ella no será tuya.
Puedes mirarla, fijar tus ojos en ella de todas las formas posibles,
seguirla, acompañarla hasta en los momentos más difíciles,
tocarla, sentarte a su lado,
abrazarla, apretar su pecho contra el tuyo,
dejar que llore en tu hombro, besarla en la frente,
besar su pelo,
besarla en la mejilla,
en el cuello,
pero todo cuanto hagas no será suficiente.

Podrás verla contonearse mientras
de forma descarada te insinúa su escote,
para que estés absorto en ella, para su propia complacencia.
Podrás tomarla de la mano,
y caminar juntos para que todos observen que estás con ella,
pero ella es Pedro,
te negará tres veces antes que cante el gallo,
y créeme,
el gallo canta muchas veces los días de verano.

Podrás atrapar sus labios,
corregir su piel dándole la forma que desees
con el simple pulso de tus dedos.
Podrás tenerla entre tus brazos, hablarle al oído,
hacerle el amor
como si la palabra orgasmo estuviera escrita
en cada poro de su cuerpo. Tener su piel como arcilla maleable
para cada deseo tuyo;
pero eso no será suficiente,
ella no será tuya.

El amor, lo sabes, lo intuyes, como la vida, es así de definitivo.