jueves, noviembre 02, 2006

Cuarto Cómputo

Es de noche ya, muy tarde, y mis ojos siguen temblando, como si ella estuviera a mi lado, pero miro hacia atrás y... cuánto ha pasado? días, semanas, meses completos que no tengo la dicha de estar junto a ella, y es raro, hablar con ella día a día por una simpleza tan burda como es un computador y creer que poco a poco voy conociéndola más cuando en verdad todo sigue como si sólo nos hubiéramos visto aquel día de noviembre o diciembre (en verdad no lo recuerdo) cuando lanzamos unos cuantos comentarios al aire, quizás dos o tres tallas, un par de bailes, y la noche se nos fue en miradas, aunque tengo claro que ella no me miró en ningún instante, siempre evitó mis ojos, escondiéndose en gestos de nerviosismo que nunca he entendido.

Esa noche quizá fue la única en que verdaderamente la miré a los ojos, y todavía tengo esa mirada clavada como una espina porque en el fondo sé que nunca volveré a verla, aunque esté junto a ella, aunque la salude, le diga tres o cuatro palabras vacías y vuelvan a pasar las noches, como se me escapó aquella, y pienso cómo hubiera sido todo de diferente si ella en verdad me hubiese mirado cuando yo en verdad deseaba mirarla.


No me quedan noches ni estrellas para mirarte
para regalarte sueños o decirte palabras dulces al oído
o tan sólo morderte el alma
y echarme a volar, no sé, quince o veinte días
para volver a tu ventana, a tu espejo, a tus sábanas,
y caer a tus pies y besarlos.
Es que no me quedan noches de diciembre o abril para odiarte
o para gritarte, o trastocarte,
maldecirte, amarte, fingirte todos los delirios del mundo
cada vez que te veo y es que aunque me hayas visto actuar tantas veces
yo no sé actuar y me fastidia mentirte
y desespero, y quizás tres días sin noches
son muy poco o tal vez mucho para llevarte al paraíso
y traerte de vuelta.
No me quedan noches ni palabras ni silencios
ni amarillas mariposas ni macondos
si cada vez que pienso en ti veo la misma imagen,
veo el mismo puerto vacío, sin luces, sin embarcaciones,
donde no estás tú, no están tus ojos, no está esa noche eterna
ni tus palabras, ni tus sonidos,
ni tus pequeñas muertes de cada día junto a mi cama.
No me quedan noches, ni una,
sólo me queda esperar otro año, y quizá la luna tenga un color distinto,
o tú tengas una piel distinta
o que simplemente seas otra persona que sí me abrace, sí me ame,
sí me mire a los ojos como tú nunca quisiste hacerlo,
pero ya no me quedan noches ni siquiera para seguir soñando.