lunes, noviembre 29, 2010
Trigesimocuarto Cómputo
jueves, noviembre 25, 2010
Trigesimotercer Cómputo
“El Bajo” es como comúnmente se conoce al prostíbulo más tradicional de Curicó. Es una casa vieja, patronal, que cada ciertos años irrumpe nuevamente en la ciudad con una pintura nueva. Es como el maquillaje; con los años pasa a ser algo más que un elemento decorativo, pasa a ser parte de su propia esencia, de su propia identidad. Recuerdo haber caminado alguna vez fuera de su puerta, o pasar por la calle en automóvil. Recuerdo haber visto a las personas observando la casa vieja como tratando de ignorarla, tal vez queriendo que el olvido la hiciese desaparecer, y con ella la vergüenza. Recuerdo las historias contadas, y recuerdo como mi imaginación logró hacer cautivante al lugar. Lugar, imaginaba yo, de mujeres comunes y corrientes, pero poderosas, de ropas brillantes y de ojos con tanta experiencia como la de sus entrepiernas. Recuerdo haber pensado en ese lugar como un escondite donde los hombres lloran sus penas en la falda de una mujer que es a la vez madre y amante. Recuerdo haber imaginado las fiestas, las canciones (boleros cebolleros eran), las luces y los hombres ebrios juntando monedas para comprar el cariño, los besos y las caricias. Puedo creer que soy un hijo de ese lugar, porque ahí está mi pueblo, ahí estuvieron tíos, abuelos y amigos simplemente cantando y bebiendo con la conversación de una mujer de labios ensangrentados de sensualidad. No sé si el lugar sigue ahí, o si la tierra derrumbó el edificio. Sólo quería contar esta historia, por el simple miedo de llegar a perderla.