martes, octubre 17, 2006

Tercer Cómputo

Ahora es tiempo de una pequeña Amenaza al Vuelo... espero que estos animalillos no mermen su búsqueda de poesía, de buena poesía... bueno, la poesía habla por sí sola y se busca a sí misma.

"Cocodrilos poéticos"

Son cocodrilos de plata y no gorriones en el cielo.
Son cocodrilos atravesados por espadas
y pequeñas historias orientales que se pudren en los labios.
Son cocodrilos que se arrastran por caminos desiertos
donde sobreviven cuentos y poemas
de fantasmas muertos, pero más vivos que sus propios sueños.
Son cocodrilos de ébano
apunto de estallar en su propia baba
y que se atragantan con el enorme ego que tienen por lengua.
Son cocodrilos del silencio que escupen fuego
y se alimentan de la mente retorcida que tienen por cerebro.
Son cocodrilos que aspiran a ser poetas
y en su afán de glorias literarias se hacen caníbales de la estupidez propia;
y si mueren, y si nadie los escucha,
ya los verás por las noches y la bohemia, con un trago en la mano,
retorciendo palabras nunca antes vistas
para el deleite de quince fulanos, que beben sus babas,
aplauden sus pedos y lamen sus callos como viles ratas.

lunes, octubre 09, 2006

Segundo Cómputo

Alas de Plata...


Parecen ya años o minutos, o recovecos del tiempo desde que escribí este pequeño cuento, y lo he sentido tanto desde aquella luna de inspiración que se ha vuelto parte integral de mi persona. Tal vez haya sido pensado para ser parte de un concurso que ya no recuerdo, o que simplemente no tiene importancia, pero creo que este escrito me abrió los ojos hacia otros horizontes... horizontes más bellos.

Espero que disfruten leyéndolo tanto como yo disfruté escribiéndolo.


"Claro, como todo era un desgano y su vida la misma rutina eterna, quiso hacer de ella lo que tantas veces vio en televisión. Sí, esa fue su intención; si intentó volar con esas hermosas alas de plata hechas por ella misma no fue porque su cabeza anidara algún dejo de locura. No, era más que eso. Sólo esa vez, con los brazos extendidos, mirando un horizonte nunca antes visto, sintiendo cómo el aire acariciaba su rostro, vio al suelo volar hacia ella para darle un último abrazo. Y quizá esos últimos cinco segundos de vida valieron la pena".