lunes, diciembre 30, 2013

Quincuagesimoquinto Cómputo

Todos aquellos que por riqueza, educación, inteligencia o astucia tienen aptitud para dirigir una comunidad de hombres y la oportunidad de hacerlo -en otras palabras, todos los clanes de la clase dirigente- tienen que inclinarse ante el sufragio universal una vez éste ha sido instituido y, también, si la ocasión lo requiere, defraudarlo. Gaetano Mosca.


Mi democracia, querida, es que te quedes conmigo los días de lluvia para ver películas de Michael Miccino, William Friedkin o Tinto Brass y comernos lo que nos queda de helado y tal vez algo salado para picar. Y si me tomo un par de cervezas es que me exulta tu capacidad de crítica al sistema político. A veces, como día de elecciones, me gusta tomarte y desnudarte para mostrar tus pechos al mundo a ver cuánto idiota se sorbe y se pasa la lengua por los labios pensando en tu desnudez abstracta, y en sus sueños eróticos de soberanía popular. Tengo una particular debilidad de verte debatir las ideas más absurdas de economía, política, sociedad y revolución. Y si me indicas, soñadora, cándida, que con tu voto quieres cambiar el mundo, te dejaré dormir en mi piel, para que el frío te despierte del sueño en que te metieron esos, los del poder. Abrázame ahora. Tu vagina al viento es la única promesa que nos debe importar. Nuestro partido político, nuestro movimiento social es aquí en esta cama. Mi beso en tu vientre es el juramento a la bandera. Tu mano tocándome, la investidura final.

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